jueves, 22 de octubre de 2009

2. MILES DAVIS (Segunda parte)

Esta noche, En la jazzmédula... Miles Davis.

Pero a ver. ¿De veras fue Miles Davis el Picasso del jazz?


No sé. Dicen que el pintor español solía decir: "No busco, encuentro". Miles Davis, en cambio, se la pasó buscando toda su vida. Y, como encontraba, sus búsquedas abrieron siempre nuevos caminos para el jazz. Las huellas de su recorrido crearon surcos que hoy aún los músicos transitan, buena parte del jazz contemporáneo sigue la pista de Miles Davis quien, por cierto, a veces pintaba. He aquí una muestra de sus cuadros, de aire más bien basquiatiano:


Ezz-thetic


R. U. Legal


Blue in Green


Podría decirse que como en los trazos finísimos de una pintura oriental que crea signos evanescentes, Miles Davis buscaba desaparecer. Quería desaparecer sobre todo cuando tocaba en público, quería desaparecer del escenario. Es bien conocido ese gesto suyo, darle la espalda al público. El escritor Enrique Vila-Matas cuenta que de niño vio una actuación de Miles en el Palau de la Música Catalana; cuenta que los aficionados barceloneses recibieron con gran escándalo el típico gesto de Miles, voltearse de espaldas: "les mostraba el culo y tocaba como si quisiera esconderse o hubiese sido asesinado por su propia trompeta". Pero como bien lo percibió Vila-Matas, él tocaba así para sentirse más libre, y porque -según declaró alguna vez el propio Miles- la primera fila solía abarrotarla público blanco que pagaba los boletos más caros sin apreciar su actuación.


Por eso también se ha llamado a Miles: "tiotomista" (por aquello de "La cabaña del tío Tom"), por su denodado orgullo con respecto a la negritud. Pero esta posición de Miles era engañosa, no hay que olvidar que fue uno de los primeros músicos negros en hacer colaboraciones trascendentales con músicos blancos (Gil Evans, Bill Evans, Chick Corea, Dave Holland, Joe Zawinul, entre varios más). Sea como fuere, lo cierto es que Miles Davis se convirtió en varios momentos de su vida en un maestro del arte de la desaparición y, durante algunos periodos en que se ausentó de la escena jazzística, entre otras cosas se ponía a pintar...

En este segundo programa de En la jazzmédula encontramos a Miles Davis en un periodo de transición. A comienzos de los años 60 Miles empieza a reclutar gente nueva para su banda, después de probar distintas alineaciones llegó a conformar su famoso "quinteto clásico", con el saxofonista Wayne Shorter, el pianista Herbie Hancock, el contrabajista Ron Carter, y el baterista Tony Williams, que al unirse al quinteto de Miles tenía apenas diecisiete años.

Hacia finales de esa misma década empieza uno de los periodos más interesantes en la música de Miles Davis, me refiero a los discos llamados de "fusión", donde el músico empieza a indagar nuevos sonidos en instrumentos electrónicos, y a mezclar el jazz con el rock y ritmos orientales y africanos. En este periodo destacan varias grabaciones, pero en general se recuerda una de las primeras: Bitches Brew. Cuenta Herbie Hancock que un día fue convocado por Miles al estudio de grabación y se sorprendió mucho cuando al llegar se dio cuenta de que no había piano. "Toca eso", le dijo Miles, señalando un pequeño piano eléctrico arrumbado en un rincón del estudio. Ahí estaba el cuarentón Miles Davis a finales de los sesenta enseñándole a los músicos jóvenes a enchufar sus instrumentos, sentando las bases de una nueva estética musical. Miles Davis estaba preocuopado por la manera en que el rock empezaba a atraer la atención del público joven, de hecho, en este periodo abrió con su banda muchos conciertos y festivales de rock, lo que dio a su música un exhibición masiva que no había conocido. (El rock era un fenómeno de masas, el jazz nunca lo ha sido). Por supuesto, no faltaron críticos puristas que atacaron a Miles, acusándolo de asesinar al jazz, cuando en realidad lo que hacía era darle nuevos bríos; antes de que el Jazz, como género musical vivo, llegara a desaparecer...


En este programa escuhamos:

1) Masqualero y 2) Prince of Darkness. Del disco Sorcerer de 1967, con el "quinteto clásico". El acetato traía en la contratapa un poema que iniciaba así: "Miles: The sorcerer/ Dealer in magic, alchemist of the night/Dark prince of metal water fire wood. My-ulz!"

3) Miles Runs the voodoo down. De Bitches brew, de 1969. Un disco atemporal que dejaría sentir una fuerte influencia en el rock de aquellos años (Jimmi Hendrix, Electric Ladyland, o Frank Zappa, Waka-jawaka y The grand wazoo, por ejemplo).

4) Human Nature. Del disco You're under arrest, de 1985 (Miles visitó la cárcel una que otra vez). Donde demuestra que pese a que los años ochenta no fueron grandiosos para el jazz, en donde él tocaba había siempre buena música.

5) Tutu. 1986. Uno de los mejores discos de Miles de este periodo. Parafraseando una frase de José Agustín referida a los Beatles, podríamos decir que los discos menores de Miles Davis son discos esenciales del jazz.

6) Mystery y Doo-bop. De su disco póstumo Doo-bop, el legado de Miles Davis. Un trabajo que dejó inconcluso cuya mezcla final corrió a cargo del rapero Easy- Mobe. Era 1991 y Miles se despedía del mundo y de sus casi cincuenta años de carrera con un disco de acid jazz y hip-hop, marcando el sendero al jazz del porvenir.











En los controles: Juan Manuel Struck y Eduardo Sánchez.

Voz y selección musical: Gabriel Meraz.

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